Y yo que imaginaba que los amores imposibles no existían.
No se trata de un actor conocido ni menos de un artista de la televisión.
Es sólo un ser común y corriente para todos, especial para mí e
imposible de obtener.
No entiendo mucho qué sucede. No existen explicaciones concretas que
expliquen nuestro distanciamiento.
Sólo sé que lo quiero conmigo
para completar mi felicidad.
Una tarde de frío y de nostalgia absoluta, conocimos lo lejos que podríamos
llegar a través de un beso.
La cursilería no va conmigo ni menos con lo que hemos vivido, pero es
lo que nace al momento de recordar que contigo no puedo estar.
Pequeñas tardes en cualquier parte, incluso en un parque, eran
suficientes para darnos cuenta que nuestros abrazos, caricias y besos,
encajaban perfectamente como un rompecabezas.
Pero eran momentos cortos y poco frecuentes, suficientes para no sacar
de mi mente ese menjunje de sentimientos que se desatan al momento de
recordarte.
Y así se ha dado todo; distanciados uno del otro, sin querer verse y
evitando el menor contacto, porque sabemos que flaquearemos y volveremos a
empezar.
Sigue tu camino. Siempre has estado acompañado y no intercederé aunque
me lo pidas.
Soy una mujer que te recuerda siempre, porque me encanta volver a
sentir el mar de sensaciones que guardo de nuestros encuentros.
Pero… eso eran: “sólo momentos”. Me quedaré con la eterna duda,
de que si te quiero por lo que eres, o sólo para vivir una y otra vez
esos inolvidables momentos.